Este vino lleva el nombre de una pequeña parcela cubierta por piedras ovaladas blancas, que pertenecieron al lecho de un antiguo río. La abundancia de piedras facilita un drenaje óptimo y la adaptación a temperaturas extremas. Las piedras retienen el calor del día, irradiándolo durante la noche, moderando el frío nocturno. A su vez, en noches de frío extremo, funcionan como cubos de hielo, moderando el calor diurno. Los Malbecs provenientes de suelos calcáreos son extraordinariamente aromáticos, concentrados y opulentos. Este vino puede beberse joven o luego de varias décadas.