Fue Nicolás Catena quien impulsó el vino argentino hacia una nueva era. Al viajar por el mundo como economista académico, en la década del 70, Catena incorporó vastos conocimientos, entrando en contacto con los grandes vinos de Burdeos y los promisorios vinos de Napa. A principios de 1980, Catena se dio cuenta que la clave para la calidad estaba en plantar la variedad correcta en el lugar apropiado, específicamente en zonas más frías y altas.

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